Playitas
Al otro día me levanté con el sol, nuevamente sin saber que hora era, me cambié y salí para caminar por la avenida, se sentía muy tranquilo de mañana, incluso todo estaba cerrado, solo algunas tiendas y super mercados había abierto. Fui por un jugo para desayunar y ahí me di cuenta que era demasiado temprano, apenas pasaban de las 7am.
De regreso al hostal saludé a Lesly que estaba desayunando una fresca piña, también para ella era un poco temprano pero el hambre la levantó. Tal vez también debería comer frutas y posiblemente verduras.
Regresé a mi habitación ya que Alex no despertaba aun, como la noche anterior nos metimos a las tres, no sabia en realidad que hora era. No tener mi celular en ese momento y en ese pueblo realmente no importaba, es lo mas cercano a la libertad que he probado, un sitio sin horarios ni reglas. Unos viven ahí como ellos quieren y se aíslan del mundo. Para mi funcionó por los días que estuve, probar un poco de libertad.
Una habitación asi cuesta 12 UDS por persona.
Volví a bajar cerca de las nueve para cocinar, habían algunas personas, adivinen que cociné … huevos con tocino y red pepper again, lo bueno es que me gusta, compre un paquete de nueve huevos que era lo mas pequeño y 250 gramos de tocineta, extrañaba la carne pero agregamos esta mañana jugo de manzana y estuvo mas sabroso.
Ya estaba listo para mi aventura del día y como Alex, el chico rumano que hablaba perfectamente español (también cantaba perfectamente esta canción de “Que difícil es hablar el español”), francés, ingles y supongo que rumano también; todavía no despertaba, no pude esperarlo mas, pues hay que aprovechar las horas de luz.
A la calle siguiente rentaban unas flamantes bicicletas por 3 mil colones, dejé en garantía mi pasaporte y me enfilé a la carretera dispuesto a pedalear 14 kilómetros, y a la mitad intenté hacer una maniobra que ni yo entendí, trataba de sacar mi GoPro de la mochila mientras andaba y en vez de eso fui a dar a una zanja llena de hojas tropicales, lo bueno es que no había ningún tipo de animal para atacarme.
Después de sentir el viento en la cara y pedalear sin parar durante una hora excepto por recuperarme de la penosa caída (que afortunadamente nadie vio), llegué a la ultima curva, en donde se escuchaban a lo lejos el reventar de unas olas que iban y venían con mas fuerza, aun mas rico andar en la bicicleta en esa calle junto al mar y cayó una ligera brizna que refrescaba mi andar.
Rentar una bicicleta por 6 USD es la mejor manera de llegar a Manzanillo, divertido y económico
Como dijo la recomendación de la chica francesa cuyo nombre desconozco, seguí hasta el fondo, donde termina el camino para las bicicletas, ahí estaba una señora vendiendo empanadas, pasé de ella, adelante vi a un chico y le pregunté si iba a ir a la península. Me respondió que si yo también iba entonces amarramos las bicicletas a una palmera, nos acercamos a la señora para comprar una empanada, solo tenia de carne y de plátano y ella dijo después de que pedimos, las mujeres siempre quieren plátano y los hombres carne. Supongo que si.
Cruzamos un pequeño rio que se hace entre la orilla del mar donde la marea es un poco mas alta que la tierra y logra dividir la extensión de tierra. Seguimos hasta encontrar unas escaleras hechas de la misma tierra hasta llegar a un tipo mirador super bonito, Punta Manzanillo, para eso no hay que caminar mucho, a lo mucho diez minutos. Seguimos adelante y encontramos otra pequeña playa que se alcanza a ver desde el mirador.
Yo pensaba que esto era todo por ver de este lado, pero el Pibe quería ir mas adelante, seguimos caminando hasta donde había una cerca de alambre, la rodeamos y seguimos por mucho tiempo mas, hasta encontrar un sendero que se internaba en la selva, y seguimos y seguimos pues el camino aun era visible, eso quería decir que alguien mas había llegado por ahí a algún lugar. La temporada de lluvia acababa de pasar entonces eso estaba hecho un lodazal, en Argentina le dicen barro y cada vez que las chanclas “jotas” del pibe se atascaban podía notarlo, hasta que una vez de plano si de hundió hasta el empeine y dijo: – Embarré hasta el orto!! – . Aquí no pude contener mi risa porque aparte lo dijo con su acento capitalino que es muy característico y que todos conocemos bien.
Después de caminar cerca de una hora y media llegamos a un lugar en donde vimos un afro andante, un tipo con una mega melena china, una explanada de tierra con playa me dio un poco de tranquilidad, por fin habíamos llegado a nuestro destino, Punta Mona, una playa a la que solo se puede acceder haciendo ese recorrido o en una lancha, nos dijeron dos personas que estaba ahí que esperaban por el bote, de regreso cobraba 20 USD… los valía? No lo creo, habíamos hecho el camino de ida era momento de sentarnos a comer para tomar fuerzas de regreso.
Ahí hay un hostal también y tienen unas bancas hechas con troncos en donde nos pudimos sentar a comer la empanada, picaba un poco mas de lo que podía aguantar el pibe pero en realidad estaba buena. Después sacó de su mochila un empaque que yo reconocía, era una bolsa azul y transparente, contenía rebanadas de pan blanco, pensaba que esto era solo un mito, pero tomó tres pedazos y me los entregó, – Toma, para que te llenes-. Le agradecí por eso, necesitaba calorías y algo en el estomago antes de regresar.
Fuimos a ver la playa y ya listos nos dispusimos a regresar en medio de la selva, íbamos bastante animados, ya habíamos hecho la parte difícil, pero conforme íbamos caminando no reconocíamos del todo el camino, habíamos tomado una ruta diferente, lo que nos ayudó a orientarnos fue el mar, el siempre caminar teniéndolo a la derecha y todas las vueltas o caminos que tomáramos deberían de ser en esa dirección, hasta que llegamos de nuevo a una zona que ya conocíamos me sentí tranquilo, salimos por una zona que ya habíamos visto de ida, un camino que decía propiedad privada.
Mas adelante nos volvimos a perder cerca del árbol enorme que vimos de ida, para este punto ya me sentía mas frustrado, pero lo peor que puedes hacer es desesperarte, hay que tomarlo con calma hasta encontrar la salida. En un punto casi me estampo contra una telaraña en donde habitaba un enorme araña, de verdad estuve a nada de portarla en mi pecho.
Logramos ver a otro grupo de excursionistas que ya iban de salida, mismos que vimos ya de regreso y ellos apenas iban, nos acercamos a ellos para encontrar la salida.
Tomamos las bicicletas, estábamos algo cansados pero aun nos faltaban 14 kilómetros de regreso, vimos a los excursionistas en su lindo autobús con aire acondicionado y ellos nos vieron en nuestras bicis, nos dijimos adiós.
La recompensa de la travesía no fue el destino, sino en si el viaje y la buena compañía
Pedaleamos cinco kilómetros hasta Punta Uva, una palaya muy bonita, que esta perfecta para tirarte en la arena y leer un libro o solo relajarte. Unos kilómetros mas adelante encontramos Playa Chiquita, la cosa con todas estas playas es que tienen muchas rocas y el agua es poco profunda, entonces es un poco peligroso meterte a nadar, al menos eso es lo que en mi opinión así me pareció.
El hambre nos hizo ignorar Playa Cocles, pero escuché y alcancé a ver desde la carretera que es en donde hay mas habiente y la gente va a ahí para surfear. Cuando nos íbamos acercando a Puerto Viejo el olor de los “pinchos” brochetas de carne, nos hacían la invitación a comer. Paramos mas delante cerca de los hostales para comer una hamburguesa con papas bastante decente por 2.500 colones. Ahí me despedí de Juan el Pibe, un viajero incansable que me dio buenas recomendaciones sobre Bolivia, seguro será un destino en el futuro.
Regresé la bicicleta, recogí mi pasaporte y con las piernas destrozadas caminé a mi hostal, me di un buen baño y me quedé super dormido por unas horas, hasta que desperté porque empezaba a sonar una música reggae que se alcanzaba a escuchar en mi cuarto. Bajé a pagar mi segunda noche, aun no llegaba un compañero de cuarto.
Ya abajo, vi a Kike, un chico francés que por alguna razón se había pegado en el rostro, me acerqué a el para pedirle que me prestara su laptop, necesitaba una dosis de internet para ponerme de acuerdo con Pedro y Humberto que llegaban al día siguiente a San José. Nos quedamos de ver en la iglesia Metropolitana en el centro de la capital a la 1pm, tenia temor de no alcanzar a llegar pues me dijeron que eran cinco horas en el camión directo y adivinaron, salía a las 7 de la mañana, ultimo día en Puerto Viejo yo sin despertador, no sonaba prometedor.
Al atender mis pendientes cibernéticos le agradecí por su ayuda y llegaron los demás chicos, haríamos coperacha para la cena, la noche anterior ellos hicieron burritos esta noche tocaban hamburguesas… Pues le entro. Fuimos a comprar las cosas, carne, pan, verdura, ron y refrescos. De todo eso fueron cerda de 15 mil colones, para seis o siete personas esta muy bien.
Después de compartir los sagrados alimentos fuimos de nuevo a The Lazy Mon, esa noche habría un performance de danza con fuego, en México estamos acostumbrado a ver algo así en cada semáforo pero este tenia mas elementos humanos y supongo que poco presupuesto, lo sospecho porque no tenían mucha ropa. Después de eso bailamos un poco y tomamos cervezas. Todos queríamos bailar con Lesly que era nuestra amiga, una chica muy guapa, ella estaba practicando su español y sonaba estereotipadamente bonito, ese acento que creemos que tienen. Era como nuestra protegida, una chica linda de verdad.
Mas tarde conocí a Christelle, una chica de Suiza que me regaló un chicle y después platicamos un poco, me sorprendió lo perfecto que habla el español, si la escucharan hablar no parecería que fuera europea y me daba risa que había aprendido los modismos de ahí, desde hablar de usted hasta decir que “que chiva” estaban las cosas (supongo que eso es Que chido o que padre). Y mi pregunta obligada a todos los suizos era que si tenían contactos con las Naciones Unidad ya que yo quería trabajar ahí algún día como fotógrafo.
Estábamos entrados en la platica que de repente empecé a sentir que algo tocaba mis piernas, como si fueran mosquitos, los espantaba un poco pero no se iban… Así es estimados y apreciables lectores, se me estaban subiendo las hormigas, era una sensación de marabunta en mis pies, siempre me pasa tan solo de verlas, como era de esperarse me picaron varias veces, no podía aguantar las ansias, me sacudí varias veces pero el ardor no cesaba.
Nos despedimos y caminé a mi hostal, desde algún tiempo antes lo había notado, es un país sumamente seguro, es el único país en el mundo que no tiene ejercito pero si tiene policía, aun así, no hace falta la presencia porque es como vivir en una isla de fantasía, realmente puedes caminar a las tres de la madrugada y nada te pasa. Subí a mi cuarto y rogaba por despertarme para poder salir cuatro horas mas tarde, ya tenia todo listo para solo dejar la llave y huir. Me recosté y me dispuse a soñar. Pura Vida, Buenas noches.